viernes, 21 de enero de 2011

Moneda muerta, dinero negro y billetes falsos (II).

Raramente el comercio se involucra en operaciones de blanqueo de dinero, pero es una realidad presente en nuestra sociedad y su máximo exponente es el billete de quinientos euros.


s'Hertongenbosch, a domingo 16 de enero de 2011. Víctor G. Pulido.





Durante el año 2009, la cifra de billetes de 500 euros puestos en circulación aumentó casi
un 2%, lo que representa el 64% del total de efectivo, es decir, unos 56.000 millones de euros.


Si en la anterior entrada comentábamos que los céntimos, en la situación de crisis actual, “tienen muchas vidas”, como las bolsas de plástico, a continuación recordaremos como la pasada década lo que “dio muchas vidas” a más de uno, y en bolsas negras, fueron las monedas de mayor poder de transacción y su relación con las diferentes tramas de corrupción urbanísticas y financieras que salpicaron el inicio de siglo en España. Decir billete de quinientos euros en Europa es sinónimo de opacidad. Tanto que los diferentes gobiernos de la Unión han aprendido la lección y a raíz de los últimos escándalos los billetes de €200 y €500, por su carga simbólica y económica para el mercado sumergido, deben ser los más vigilados. Tal es así que los cajeros automáticos no lo expenden, se debe acudir a un servicio de caja para poder obtenerlos por la vía bancaria. Si, por ejemplo, en La Haya o Burdeos pretendes efectuar el pago de varias noches de hotel mediante este soporte moneda, al recepcionista le parecerá estar tratando con el mimísimo diablo y no precisamente por ese inglés aderezado de acento español que lucimos muchos de nosotros y la merecida fama de picaresca que envuelve nuestro porte nacional. El problema no es tanto la nacionalidad como el formato de pago. Por ello te pedirá educadamente que rellenes un pequeño formulario interno con diversos ítems acerca del grado satisfacción con el servicio de hospedaje en general mientras se retira discretamente a verificar la autenticidad de la emisión en el mismo mostrador o en un despacho contiguo: saben hacer que no te sientas molesto por ser español. 



En España circulaban para 2008, un ratio de 2,43
unidades de billetes de €500 por cada residente censado.

El billete de €500, como consecuencia, está estigmatizado tanto social como administrativamente en gran parte del continente: a toro pasado se cree que no fue buena idea, excepto para la operativa bancaria, para la cual que se creó. De hecho toda la comodidad operativa que les proporciona a los bancos mediante este valor se le presupone para la economía negra y el blanqueo de capitales. Hoy en día, mil billetes de €500 pesan 1,140 kilos, de modo que un kilo de euros son unos setenta y tres millones de las antiguas pesetas. El equivalente a mil antiguos billetes de mil pesetas (cuyo peso era exactamente un kilo) corresponde hoy en día doce unidades de billete de €500 (en su equivalencia, veintisiete gramos). Por lo que su traslado físico del valor es más sencillo, menos llamativo y su control más complicado. Pero ahí no acaba la cosa. Sobre el valor de €500 injustamente recae toda la ira de la especulación inmobiliaria que ha dado con nuestros huesos en la crisis financiera y se asocia de igual forma a la promoción de la corrupción política de bolsas negras de basura cuando no al lavado de dinero bajo el consentimiento de las entidades financieras. “Todo quedaba en casa”, como gusta decir a los castizos. De hecho, hasta hace dos años, la mitad de los billetes emitidos oficialmente dentro del E.E.E. (Espacio Económico Europeo) de este valor se encontraban afincados dentro del territorio ibérico (España, Andorra, Portugal y Gibraltar). A pesar de su excesiva presencia en el efectivo circulante nacional, los españoles le habían asignado desde hace tiempo el irónico sobrenombre a este valor-moneda, la del efectivo de quinientos, de “Bin Laden”. Bajo tal denominación podrían referirse a un billete que todo el mundo sabe que existe pero nadie conoce exactamente dónde se encuentra. No deja de ser paradójico que un valor tan afincado en España no se dejara ver tanto. Llamar “Bin Laden” a uno de los grandes es un modo popular de traslucir su fuerte protagonismo como valor refugio en “B” (contabilidad “b” fuera del control de las administraciones tributarias). La reducción de la presencia monetaria de este soporte moneda por parte de las autoridades y bancos emisores en los últimos meses es una de las medidas que se han aplicado para luchar contra la economía negra y sumergida, que en el caso español sobrepasa ligeramente el 20% del PIB. La gran parte de las tiendas, incluso el grand retail, rechazan “uno o varios de los grandes” como medio de pago, pese a ser moneda de curso legal y disponer de dispositivos eléctrico de testación. Y es que no hay cajera que no tiemble al ver uno de ellos, sobre el que se formulan las más variopintas sospechas, algunas de ellas, lamentablemente, acertadas.



Muchos complejos hoteleros disponen bajo su  mostrador de un discreto
dispositivo de verificación de auntenticidad de valores circulantes.


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